Jóvenes y ejecutivos, Massa e Insaurralde disputan
liderazgo en la provincia de Buenos Aires apelando a la
gestión municipal.
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Si los períodos preelectorales de
2011 y 2013 se caracterizaron por promover la candidatura y tentar al gobernador
Daniel Scioli como ariete de una alternativa poskirchnerista, el lanzamiento de
la candidatura de Sergio Massa puede advertirse como un borrador preparatorio,
entre lo que se incluirá obviamente el potencial convocante de la
representación peronista y su posibilidad para acumular caudal en los sectores
medios, un juego destinado a heredar la “perfomance De Narváez” del año 2009.
Por el momento, las encuestas señalan diferencias que van desde 2 hasta 7 puntos de diferencia a favor del intendente de Tigre, resultados éstos que se irían acortando en la cercanía de la fecha de sufragio.
La lista del Frente Renovador
contempla a macristas (Soledad Martínez, Christián Gribaudo, Gladys González),
sciolistas (María Azucena Ehcosor de Acuña), altos industrailes (Mendiguren),
burócratas sindicales (Héctor Ricardo Daer), Gilberto Alegre (intendente
cacique de Gral. Villegas), Miguel Saredi (PJ, Pampa Sur opositor 2008-2009, período
macrista 2009-2010, Pampa Sur oficialista 2010-2011 cobijado por Guillermo
Moreno), Fabian Gianola (comediante) y la periodista del Grupo Clarín Mirta
Tundis, entre otros. Con la práctica del rejunte y la retórica del consenso, la
lista de Sergio Massa conlleva de manera irremediable el aroma de su suegro, el
duhaldista Fernando Galmarini, en un nuevo intento de la dirigencia desplazada
del capital simbólico peronista por el proceso kirchnerista.
El gran riesgo que afronta el
kirchnerismo en las presentes elecciones es la posibilidad de un estancamiento
de su carácter progresista ante la competencia de una propuesta electoral a las claras de
centro derecha, al tiempo que el endurecimiento del discurso presidencial y personalidades
leales carentes de construcción colectiva en lugares protagónicos marcan en
cierta medida una apuesta a los
incondicionales con riesgo de reducir electorado. El slogan que resume la campaña, “En la vida hay que elegir”,
deja poco margen de adhesión a sectores que, aun críticos, saben que la democratización
kirchnerista se da tras procesos cíclicos de acumulación política que le
permiten sostener el manejo del ritmo político.
En la vida hay que elegir, aún
bajo increpaciones innecesarias y la desgastante tarea de la militancia
kirchnerista de sumar y contrarrestar sus antiguos aliados. Se trata, en la
provincia de Buenos Aires, de sumar diputados nacionales a los diez años del
retorno de la discusión (aunque aún superficial) política frente al retorno.
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