Las
elecciones de octubre de 2011 provocaron un profundo disgusto en los
expectantes sabbatellistas de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, los
resultados merecen ser analizados a la luz de una trayectoria nacional que tuvo
inicio apenas en 2009.
Con una modificación polémica a los comicios por la
reciente reforma electoral, Nuevo Encuentro
contaba con grandes esperanzas respecto a un ascenso considerable de una
de sus principales figuras, el ex intendente de Morón y diputado nacional
Martín Sabbatella, quién había construido una fuerte adhesión del votante de
izquierda democrática a través de su brillante gestión municipal y su labor legislativa
a favor de nuevos derechos individuales y colectivos. Su figura ascendió
velozmente en las honras fúnebres de Néstor Kirchner, donde sin pertenecer al
oficialismo (al que hasta entonces había apoyado en sus decisiones más
polémicas con una convicción superior a muchos miembros del gabinete) se mostró
profundamente conmovido ya que con el ex presidente había tenido una relación
de respeto y afecto. Como líder del kirchnerismo progresista, fue consolidando su figura hasta proyectarse en como rival del gobernador derechista Daniel Scioli.
Lamentablemente, cuando la figura de Sabbatella
parecía elevarse sustantivamente al ser autorizada la lista de adhesión que
llevaría a la popular Cristina Fernández
-una vez más- a la presidencia se dio la elección de Gabriel Mariotto
como compañero de fórmula de Scioli, lo que provocaría una considerable merma
del electorado. Mariotto había sido elegido por su fuerte compromiso y perfil
público expuestos en defensa de la
Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, normativa
reguladora que viabiliza la
desconcentración de los multimedios e instaló un nuevo capítulo del relato
kirchnerista: el enfrentamiento con el poderosísimo Grupo Clarín, un monopolio
de gran influencia en la clase media argentina. El emergente Mariotto, inmerso
en una lucha trascendental, coronó su figura haciéndole un lugar como
vice-gobernador; al mismo tiempo, el kirchnerismo avaló esta última gran
decisión de la presidenta confiando en que con Mariotto se avalaba la
candidatura de Scioli, aunque un sector crítico evaluó que en verdad Mariotto
es un dispositivo para instaurar las
ideas sociales del kirchnerismo en el gobierno de la provincia. Superada la
competencia electoral, tanto Sabbatella como Mariotto son personalidades con
diferentes identidades pero que han asumido que el kirchnerismo no es el
proyecto de un partido sino un nuevo movimiento político que deja afuera el
partidismo sectario y las ideologías justificadoras de la exclusión social.
Por otra parte, resultó
ciertamente preocupante el rumbo del voto progresista, volcado en gran
parte hacia la ex radical y líder del GEN Margarita Stolbizer, quién superó en
más de cinco puntos a Sabbatella con una trayectoria política nacional más
extensa pero inferior en pergaminos. Ante
la percepción previa generalizada respecto al estimado gran salto de Martín
Sabbatella en la política nacional, sólo cabe pensar a modo de reflexión las
cuestiones que hacen al resultado:
·
Se habló en
aquél momento de una hipótetica polarización entre De Narváez y Scioli, duelo
de derechas en que gran parte del electorado kirchnerista habría optado por un
voto pragmático. Este comportamiento se justificaría en las primarias, pero una
vez comprobada la asimetría entre los candidatos no es un argumento lo
suficientemente contundente. El electorado kirchnerista evidenció su fuerte
arraigo en el voto pejotista.
·
Un aspecto a
evaluar es el curso del “voto progresista”. El triunfo de Margarita Stolbizer
pareciera evidenciar la fortaleza de una mayor organización lograda por permanencia
en la escena política; no obstante, el proyecto de Stolbizer fue en cierta
medida subsidiario de la ausencia de candidatos radicales, entreverados en la
creación de híbridos para superar el descrédito público ante la sucesiva
renuncia partidaria de realizar un perfil electoral estratégico y de
construcción a largo plazo.
·
La falta de
construcción territorial de una fuerza nueva como el Nuevo Encuentro implica
como falencias: a) la ausencia de representantes locales reconocidos en los
distintos municipios que puedan transladar su voto a Sabbatella y generar una
imagen de la fuerza política y b) la
ausencia en varios municipios de Nuevo Encuentro por inexistencia de listas
locales.
Uno de los mayores problemas que atraviesa
actualmente el Nuevo Encuentro en el interior del país es la dificultad de suplir la ausencia de Martín
Sabbatella en la arena pública, o dicho de otro modo, la incapacidad de
generar hechos políticos en núcleos militantes faltos de experiencia y, por
tanto, de iniciativa e ideas para proyectarse en los distintos terrenos
locales. En parte, los resultados electorales han marcado diferencias dentro de
Nuevo Encuentro entre los sectores más organizados y activos y aquellos que han
emprendido una acción quizás más testimonial. Por otro lado, los largos
silencios del moronense resultan inevitablemente incómodos, ya que la ausencia
de directivas o iniciativas desde la construcción central debilitan la cohesión
de los grupos, por el hecho sencillo de que no puede haber organización sin conducción.
A esta situación de malestar cabe
agregar la partida de Daniel Ravettino,
una de las figuras más importantes del EDE, quién expresó el sinsentido
de perseverar en la construcción de una organización paralela al Frente para la Victoria , una herramienta
electoral representa a la
Presidenta pero que carga con una hegemonía demasiado
orgánica al partido justicialista y no instala posibilidades de contribuir a
una transversalidad de distintas tradiciones políticas, especialmente las
organización de la izquierda social e ideológica.
Lejos han quedado ya las discusiones sobre una
tercera pata para evitar la sangría de las venas abiertas del centroizquierda. Desde el sabbatellismo, ante la avanzada destituyente encabezada por las
corporaciones agro-ganaderas y mediáticas, se prefirió respetar el orden
democrático y la legitimidad de las urnas. Aún sin pertenecer al oficialismo,
el compromiso de Sabbatella por aportar estabilidad desde la oposición fue
notable, y hoy quizás esa generosa jugada implique hoy un costo político
considerable ante la ansiedad del electorado progresista, por tradición dado a
caer en el antiperonismo y no entender en la gradualidad de los procesos.
Martín Sabbatella es sin lugar a dudas uno de los
dirigentes que gozan de mejor imagen, pero también parece ser cierto que aún no es suficientemente conocido. Quién sabe de su trayectoria tiene
sentimientos que oscilan desde el respeto a la admiración. Sin embargo, queda todavía
mucho por hacer: la voluntarista labor iniciada desde 2009 permitió que las
Banderas del Encuentro flameen en lugares recónditos de la provincia de Buenos
Aires, muy lejos de las populosas calles de Morón. Más allá del mito de Martín, sólidamente construido
con audacia y prácticas transformadoras, compete a los militantes y a al
dirigencia las posibilidades de viabilizar una mayor comunicación para un
funcionamiento sistemático de un espacio
que tiene mucho por aportar al progresismo en general y al kirchnerismo en
particular, si por tal evaluamos un proceso ideológico de mejoramiento de
la calidad de vida y expansión de derechos.
Otro más que se la da por defender al gordito trepador. Bancar a Sabbatella sigue siendo hacerle la paja a un muerto, muchachos.
ResponderEliminarQue pobre opinión la tuya! Me parece que estás negando un pedazo bastante importante de acontecimientos que hablan de la lealtad de Martín a las ideas que hacen del kirchnerismo un proyecto político con entidad propia. Martín Sabbatella tiene mucho que dar y confíamos en que vientos propicios acompañen la posibilidad de desempeñar en la función pública el gran protagonismo que merece.
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