«Voy a decir qué son los matices en política. Si se los maneja con
corrección no aseguran el triunfo, pero evitan el ridículo, la derrota y hasta,
a menudo, la muerte. La norma es: en política, si hay que dar tres pasos hay
que dar tres. Es tan equivocado, tan –usemos esta palabra- reaccionario, dar
uno como dar cuatro. La izquierda
prerrevolucionaria siempre da cuatro. O cinco. Y termina ganándose la secreta
satisfacción de la derecha. Y jugando en contra de los que dieron los pasos que
había que dar: tres, sólo tres, nada más, nada menos que tres.» (Néstor
Kirchner en FEINMANN, JOSÉ PABLO. (2011) El
Flaco. Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner, Editorial Planeta, Buenos Aires, 2011, de Daniel Ramón Ríos,
ISBN 978-950-49-2549-1, p. 28)
Una reciente sucesión de acontecimientos en el escenario nacional ha
replanteado adhesiones al proyecto kirchnerista, antes asimiladas como
inmodificables en tanto viabilización de una radicalización del modelo que
generará la distribución de la riqueza
sobre la base de un proyecto industrial de liberación nacional.
Cuatro hechos son los que colocan al gobierno nacional en una situación
incómoda frente a grupos de adherentes ligados al centroizquierda:
- La sanción
de la Ley Antiterrorista, que ha generado presunciones de que el gobierno
nacional viraría su posición permisiva hacia la protesta social
autorizando la represión de trabajadores despedidos, grupos pauperizados o
la protesta ambiental;
- La
continuidad del modelo minero neoliberal, fundado en un modelo extractivo
predador basado en la minería a cielo abierto, con alta contaminación y
escasa participación del Estado en rentas;
- La presunta
existencia del llamado “Proyecto X”, que consistiría principalmente en la
observación y recopilación de datos de grupos de protesta social, que
habría operado en los despidos de la empresa alimenticia Kraft;
- La penosa
tragedia de Once, que con un costo de 51 muertos retrotrajo los
cuestionamientos hacia el Estado en los controles del transporte y la
vigencia del sistema de subsidios.
Se presentan así una diversidad de interpretaciones en interferencia,
desde la comunidad de los espacios, en
los que aparecen las preguntas sobre las adhesiones a un modelo que ha sabido resistir
los embates de poderosos grupos de presión, y cuya construcción ideológica se
ha basado en la realización de obras por
sobre una retórica declamativa de
principios que vuelvan previsible una acción de gobierno. La ausencia
de certezas sobre una profundización del rumbo a sostenerse por medio del
gobierno nacional ha despertado dudas en adherentes y violentas arremetidas de
una oposición desprovista de ideas pero con un enemigo claramente delimitado,
capaz de darle unión en su odio. Proyecto Sur, por ejemplo, se coloca como
“punta de lanza” colocándose
retóricamente a la izquierda del gobierno para degradar la credibilidad del
kirchnerismo en sus adherentes izquierdistas quienes, identificados en una idea de “profundización del modelo”
auspiciosa, entendieron que la radicalización del modelo basada en la puja
militante frente al capital multinacional provocaría revisiones de políticas y apoyos que guiarían una presencia estatal
capaz de tomar las iniciativas para la estatización de los recursos, habida
cuenta de la cercanía de los procesos
bolivarianos que han constitucionalizado la propiedad nacional de los recursos.
¿Ha sucedido acaso que la sociedad se ha puesto a la izquierda del
Estado?, ¿que está en debate el modelo
de Estado? Está última opinión ha sido sostenida por Luis Tonelli en el
programa radial “Alicia en el país de las Maravillas” del 29/2/2012 (Del
Plata). Se trataría de que, habiendo salido el país de la crisis de 2001, el
mejoramiento de las condiciones habría guiado hacia una mayor exigencia de la
calidad y eficacia de los servicios, con lo cual la tragedia de Once revelaría
la vigencia de condiciones ajenas por degradantes para la actual etapa del
país.
En todo ello hay algo de cierto. El concepto de profundizar el modelo no
ha sido claro, y existen quienes entendieron que los reclamos en Catamarca
podrían haber sido interpretados favorables al kirchnerismo al permitirle en
las movilizaciones la presión para impulsar modificaciones a la política minera
que aumentarían su capital político. La protesta fue menoscabada por el
gobierno nacional, pidiendo “discutir la minería en serio”, al tiempo que los
argumentos de la gobernadora Corpachi en el programa oficialista “678” no
resultaron convincentes y hasta hubo panelistas que cambiaron de posición
frente a situaciones similares. Además,
desde el proyecto peronista la industrialización y la posesión de los recursos
estratégicos han sido deseos que se han ido postergando ante la afinidad
oligárquica de los gobiernos militares, la ausencia de una burguesía nacional
comprometida y la entrega menemista de
las empresas del Estado.
Sin embargo, parece difícil considerar que la sociedad se ha puesto a la
izquierda del gobierno. Para ello, basta considerar los resultados de las recientes
elecciones de 2011.
- Asentamiento de la derecha conservadora
en las provincias. En
las provincias hubo una ausencia de renovación política. Se mantuvieron
los antiguos gobernadores, y en el mejor de los casos el reemplazo estuvo
dado por el miembro de una dinastía.
- Postergación del proyecto neoliberal en
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Macri obtuvo en las elecciones el 47,8,
prácticamente veinte puntos luego de Daniel Filmus (27,78). El ballotage
posterior sólo sirvió para consolidar la tendencia aplastando por el 64,2%
al candidato del kirchnerismo.
Las excepciones a este predominio de la derecha estarían dados quizás en
las elecciones presidenciales, donde las dos principales ubicaciones
correspondieron a candidatos en que se reconoció seriedad y gestión. Aún así,
el débil protagonismo de Binner, opacado mediáticamente por figuras nacionales
de fuerzas de perfil más confrontativo con el oficialismo, permiten pensar que
el la adhesión lograda estuvo dada en la utilización responsable del discurso
mediático desde el cual, no obstante, no llegó a formular un discurso claro y
aleccionador. En tanto, la agitación mediática alentada hoy por Proyecto Sur
(fuerza con nobles banderas pero con un comportamiento político lindero entre
la bajeza del oportunismo, la mezquindad y la funcionalidad al cuerpo opositor)
contempla un discurso estatizante y ambientalista que los opositores hacen suyo
sólo coyunturalmente como presión política para desgastar la administración de
Cristina Fernández.
De este modo, en esta situación de debilidad, el jefe de gabinete de la
CABA Rodríguez Larreta cuestiona desde el PRO al presunto Proyecto X cuando el
gobierno del que forma parte ha perseguido, desalojado y agredido a linyeras y
ocupas sin otra negociación que la violencia física de la UCEP; su jefe político, Mauricio Macri, reclama
federalismo y descentralización simulando pesar en la tragedia de Once pero
continuando en la negación de hacerse cargo de los servicios que a la Ciudad le
compete prestar y la negligencia de los controles en la ciudad provocaron
muertos en derrumbes de edificios del territorio que administra; Pino Solanas
incentiva la protesta social y la estatización de recursos, cuando su fuerza
política no superó el piso electoral para presentarse a elecciones generales,
con lo cual no tuvo ni siquiera la posibilidad de presentar candidato a
presidente. Todo lo cual nos permite pensar dos cosas: no hay un electorado que
exprese un sujeto político capaz de ponerse a la izquierda del gobierno, y si
un actor influyente y movilizador de demandas: los medios de comunicación.
El kirchnerismo debe replantearse
la mantención de ciertas demandas que la ciudadanía está esperando. La
creación de casas, viviendas, instalación de cloacas, agua potable y otros
servicios son sin duda importantes, pero sin embargo son obras de gobierno
culminan en su finalización. La idea de una Argentina refortalecida y vigorosa
en el despliegue de sus energías nacionales debe necesariamente encontrar cauce
en la posibilidad de reestatizar y hacer nacionales las riquezas que son patrimonio
de la Patria, en tanto elemento de reunificación y propiedad que en función
social rectifique el rumbo plasmado en la política de fragmentación impuesta
bajo un falso federalismo durante los 90. La producción nacional debe ser así la
solvencia para potenciar las energías sociales. La hegemonía de la oposición
que se perfila como alternativa consolida la línea privatista y neoliberal. Las
estrategias a seguir deben plasmar una nueva confrontación que vuelva a correr
los límites de diferenciación para así marchar en pos del acrecentamiento del
movimiento nacional y popular y su dinámica transformadora, ante la
imposibilidad patente de creer en una burguesía que, irresponsable, ha sido
frecuentemente incapaz de resguardar el patrimonio nacional y sostener fuentes
de empleo.
Si algo ha caracterizado al kirchnerismo como fenómeno político es su
alta imprevisibilidad y su capacidad de negociación, indispensable en la pugna por la construcción
de poder bajo la presencia de viejos actores experimentado en la tarea de
imponer decisiones, situaciones y privilegios y establecer límites. No obstante
la influencia de las corporaciones económicas actuantes y de una oposición
política que pareciera esforzarse en perder crédito, el kirchnerismo carga con
un arma poderosísima: ha sido la única fuerza capaz de generar una estabilidad
económica, nutrirse del capital simbólico de las experiencias propias para
encabezar banderas históricas nacionales (Malvinas, Vuelta de Obligado, 24 de
marzo, etc.) y devolver presencia internacional al país, elementos todos ellos indispensables
para unificar la expresión colectiva y sustentar un poder nacional y popular
que se expresa en dignidad nacional, militancia y entusiasmo. A pesar de ello,
la crisis que sacude el mundo se presenta como seria amenaza y hay quiénes
creen en la posibilidad del fin del proyecto a través de un giro motivado por
la economía global.
En política no está nada dicho, pero resulta apresurado juzgar sobre
intuiciones a un gobierno que sus enemigos jamás han subestimado por su
capacidad creativa de recrear nuevas posibilidades. Quizás el kirchnerismo esté
retrocediendo, dando algunos pasos atrás, sólo para tomar carrera y consumar
esa recurrente costumbre de patear tableros.
Te felicito , es excelente tu blog. Saludos
ResponderEliminar