martes, 1 de mayo de 2012

El radicalismo busca una identidad


La Unión Cívica Radical enfrenta en su interior un intenso debate en torno a la redefinición de su identidad.


Todo partido tiene una causa que lo justifica, siendo ele elemento que motiva la adhesión del ciudadano y lo hace ser “parte” de esa “partición” de la sociedad que ese sensible a determinadas demandas.
Esto, que puede parecer una verdad de Perogrullo, no lo es tanto si consideramos la etapa en que se encuentra actualmente la Unión Cívica Radial, institucionalización de un movimiento social argentino ligado a garantizar la pureza del sufragio frente al fraude electoral practicado por el Partido Autonomista Nacional, de perfil oligárquico. Desde allí se dio expresión al descontento de la clase media -que aparecía como un fenómeno novedoso- y se persiguió la idea de una sociedad dinámica en el marco de un liberalismo progresista en su primer período. El espíritu de este partido, que ha variado en un movimiento revolucionario, un incipiente populismo nacionalista (yrigoyenismo), una reconciliación con la oligarquía (alvearismo), un nacionalismo social (Lebehnson), un desarrollismo (Frondizi), una democracia social (Alfonsín)  o neoliberalismo (De la Rúa), necesita ante tanta pluralidad de conversiones la vuelta hacia un programa que conforme a sus afiliados y pueda volver a ser opción para la ciudadanía. Desde la crisis de 2001, que lo encontró como partido de gobierno, el radicalismo ha ido sufriendo las consecuencias de no haber combatido la corrupción y el neoliberalismo  (promesas de la campaña presidencia de 1999)  al tiempo que no ha sabido acoplarse al sistema político frente al gran protagonismo del kirchnerismo resultando sus respuestas frecuentemente conservadoras y poco creativas, a modo de veto players (veto, acusación de “cortoplacismo” y demagogia, denuncia de “falta de seguridad jurídica”, etc.)
El contundente triunfo de Cristina Fernández y la baja adhesión a una fuerza política opositora para catapultarla como líder han obligado al radicalismo a buscar fórmulas que encaucen al partido en la construcción de un proyecto convocante. Han advertido así que el descontento social es mucho menor del previsto y que el candidato más favorecido en las elecciones de 2011, Hermes Binner, es quien ha hecho las críticas menos furiosas entre los opositores.
Es así como actualmente podemos hablar de tres corrientes internas:
-          La línea Alfonsín - Gil Lavedra, que buscaría el reposicionamiento de la conducción actual del partido buscando asumir la forma de un progresismo liberal antikirchnerista y sería capaz de plegarse al Frente Amplio Progresista ana condición de ocupar un rol protagónico. Es una línea fuertemente devaluada por ser responsables del desprestigio de la UCR que viró de una propuesta con matices progresista en el Acuerdo Cívico y Social a la conformación de un acuerdo electoral de centroderecha con Francisco De Narváez. 

-          La línea de Oscar Aguad, que promovería plegara al partido hacia una alianza de centro-derecha con el PRO del intendente de la ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri. Esta posibilidad es muy mal vista por quienes rescatan el pasado nacional y popular del radicalismo yrigoyenista, tradición que se vería ofuscada teniendo en cuenta la relevancia que ha tenido para el partido la lucha contra el orden oligárquico conservador.

-          La línea de Leopoldo Moreau, que buscaría retomar el espíritu nacional y popular del radicalismo originario, ha manifestado su apoyo a las políticas reguladoras y sociales del kirchnerismo propiciando un apoyo crítico a ciertas medias. De todos modos, la finalidad de Moreau sería renovar el programa y la dirigencia del partido. El 12 de septiembre de 2012, en el programa "Mañana más" (AM 890, Radio Nacional), fue consultado sobre las posibilidades de un acuerdo con el kirchnerismo, ante lo cual sostuvo que los movimientos populares tienen "enemigos comunes" y que el ex presidente Raúl Alfonsín pensaba en una confluencia entre quienes piensan parecido.
                                                                                                       
La posibilidad de debate y la variedad de corrientes expone dos datos contundentes interrelacionados: no hay un liderazgo indiscutible dentro de la UCR ni una propuesta lo suficientemente atractiva para concentrar la adhesión del electorado radical.
Si bien es cierto que en el electorado local -poco dado a las confrontaciones- la espectacularización de las discusiones y enfrentamientos que los dirigentes dan a conocer en los medios daña la imagen del partido, la ciudadanía debería celebrar el conflicto que está presente actualmente; es así que es válido  destacar los niveles de democracia interna de la institución que hacen posible emergentes creativos, la actualización programática, la posibilidad de reconocer y superar los errores cometidos y también la capacidad para cuestionar liderazgos, ideas y prácticas cuando estas no se ajustan o corresponden con los fines previstos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario