(Extraído de: http://www.diarionep.com.ar/detnoticias.php?cod=4145)
Por Manuel Garnero
Para Diario Nep
Habitualmente, cuando recibimos desde los medios las noticias con las cuales pretendemos saber que está pasando, solemos oír la invocación de un sujeto vago, de superior jerarquía, al que se invoca para justificar los mensajes de los comunicadores: “la gente”. De este modo, el interés de este colectivo supuesto amerita el tratamiento de temáticas que configuran la agenda política y social, siendo los menos originales la referencia a la inseguridad y la inflación.
El término “gente” probablemente haya tenido su origen en la voz latina “gens”, forma con la cual se denominaba el clan familiar en tiempos previos a la formación de Roma, siendo una organización en la cual los “gentiles”, terratenientes nobles de la “gens”, aceptaban a extranjeros y perseguidos como trabajadores y vasallos a cambio de protección y alimentos; el término “buena gente”, en tiempos más recientes, fue para aludir a los sectores enriquecidos de buena reputación en la sociedad colonial. En su evolución histórica, aludir a la “gente” no era sino referir a un sector social acomodado.
Por “gente”, sin embargo, se entiende hoy buena parte del ciudadano-consumidor anti político de la postmodernidad (con su correlativa postpolítica), que tuvo estimulación propicia en la situación social causada por las políticas neoliberales de Menem y De la Rúa. “Gente” es el sujeto por el que se expresa el publicista de los medios hegemónicos, en cuyo discurso sólo aparece en forma negativa (“la gente está harta de…”), denostando el Estado (“… y el Estado no hace nada”) y reclamando mejoras por los servicios públicos (“para algo pago mis impuestos”), en una exaltación individualista que hace prioritarios sus problemas y demandas particularísimas. La negación de la política se corresponde entonces con la negación de demandas colectivas de los postergados y la afirmación del interés de los habitantes incluidos.
Distinta es la concepción aludida de “Pueblo”, con un significado dado por la utopías sociales del siglo xx, que las elevan a la masa de ciudadanos nacionales, a quienes se sumerge en el relato de un destino nacional y se apela como tribunal y autoridad morales incuestionables, en la búsqueda de un hacer, que implicando un ejercicio activo y movilizado pretende un estar siendo Pueblo, a favor del interés general.
Se torna imprescindible entonces diferenciar la naturaleza de los mensajes cuando se apela a la “gente” y a “Pueblo”, pues el origen de uno es restrictivo y sus intereses son sectarios, y es amplio y atiende al bienestar general el otro. El reconocimiento de la publicitación de intereses privados y el correcto entendimiento sobre los actores con que alude cada terminología bastan así para erradicar toda preocupación inherente al decir de los publicistas, ya sin razones de credibilidad aparente por lo previsible, fatuo, cómodo e infundado de sus argumentos al momento de propiciar soluciones a los problemas cotidianos.
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