Sartelli, Eduardo (comp.).
(2005) Contra la cultura del trabajo. Una
crítica marxista de la vida en la sociedad capitalista, Ediciones ryr, Buenos
Aires, 2005.
Publicado en
2005, Contra la cultura del trabajo
es una compilación de ensayos del profesor marxista Eduardo Sartelli retomando
como eje de discusión la situación y valoración del trabajo en la sociedad
capitalista argentina a partir del texto de Paul Lafargue El derecho a la pereza.
En “Trabajo y
subversión. Paul Lafargue y la crítica marxista de la sociedad burguesa”,
Sartelli realiza una síntesis de la actividad política e intelectual del
destacado socialista francés. De este modo, reivindica la combinación (poco
frecuente) entre teoría y práctica política en Paul Lafargue, al tiempo que
destaca la función análitica del determinismo económico (El método histórico de Carlos Marx), la genealogía material de las
ideas (Justicia e injusticia del cambio
capitalista), la instrumentación del ocio como afirmación del ser humano (El derecho a la pereza), la manipulación
de la religión para frenar la causa obrera (Por
qué cree en Dios la burguesía), el cuestionamiento a las estrategias
socialistas de adaptación a la sociedad burguesa (El ideal socialista) y la hipótesis de un despojamiento inicial del
poder desde el matriarcado hacia el patriarcado en una función expropiatoria y
fundante de la propiedad privada (El mito
de Prometeo) que se mencionan como parte de su obra.
Pablo Rieznik
aborda en “La pereza y la celebración de lo humano (el trabajo como categoría
antropológica)” la evolución histórica de la desvalorización del trabajo productivo
desde Grecia hasta el siglo XIX. Con la irrupción de Karl Marx, el trabajo en
la sociedad burguesa es “trabajo alienado”, perdida de la esencia del obrero
mismo. Ante la creación burguesa del plustrabajo y la desvirtuación del valor
del tiempo, Rieznik retoma a Lafargue para instar a la generación burguesa del
plustrabajo y la instauración de un orden nuevo.
Mariana Kabat
desarrolla en “Secundario completo. Las demandas actuales del capital en
materia educativa” la relación entre educación y trabajo. La extensión de la
escolaridad, según Kabat, no responde a una acusada complejidad de las
actividades del mercado laboral, sino que la permanencia en el sistema
educativo se vincularía al disciplinamiento de la futura mano de obra.
“San Juan Pablo
de Liniers, un puntero eficiente. La doctrina social de la Iglesia y la cultura
del trabajo”, de Leonardo Grande, es la descripción del origen del prestigio
y la llegada del conde Cayetano de
Thiennes como santo popular de la providencia en la Argentina. Grande asimila a
San Cayetano a un puntero, un distribuidor de los excedentes a los pobres a
modo de limitar el descontento social. Asimismo, realiza un repaso a la tardía
valoración del trabajo en la Doctrina Social de la Iglesia. La contención de la
división social en una apuesta por el bien común –es decir, la alianza de
clases- habría implicado serias críticas a las ideas socialistas en un
principio, sin embargo el ateísmo capitalista característico del fervor
triunfalista pos-Muro habría suprimido la creencia en la hermandad propugnada
por Cristo, por lo cual la acumulación de malestar social es advertida
negativamente al tiempo que enuncia el deber de aplicar los valores católicos
para evitar que la ganancia sea el único motor social.
Juan Kornblihtt
en “Profetas de la autoexplotación. Los límites de los micro-emprendimientos,
las pymes y otras yerbas por el estilo” considera las limitaciones de los
microcréditos para fundar un emprendimiento productivo sustentable. Los
microemprendimientos, al mismo tiempo, tendrían dificultades para adquirir
tecnología e insertarse competitivamente en el mercado. La autoexplotación, la
explotación familiar, la inexistencia de jubilación, obra social ni estabilidad
alguna serían otros rasgos que marcarían la fragilidad social de los
trabajadores. Finalmente, las Pymes son señaladas como capitalistas débilmente
posicionados, pero igualmente capaces de explotar a los trabajadores al modo de
las peores empresas, ya que su móvil es igualmente la obtención de plusvalía al
menor costo.
Mariano Schlez
analiza la narración burguesa en los textos educativos en “La
batalla por la conciencia. La clase obrera en los manuales escolares de la
`democracia´”. La ausencia de una narración clasista, la interpretación de la
conflictividad social como falta de voluntad empresaria frente a la existencia
de un problema sistémico y la omisión del origen de clases que configura el
sistema capitalista (la acumulación originaria) son aspectos que admitirían una
parcialidad en el relato.
El
libro cierra con la obra inspiradora de los ensayos anteriores, el clásico “El
derecho a la pereza” de Paul Lafargue. Escrito en 1880, Lafargue da testimonio
de la reorganización social producida por la industrialización, y el modo en
que la técnica va reemplazando la labor del hombre. Mientras los obreros quedan
en la calle o se pauperizan con mayores exigencias laborales, la producción
aumenta y los mercados internos se saturan. Los mismos empresarios –que no
advierten de la necesidad de ampliar la franja nacional de consumidores-, en su
desesperación, son superados por los especuladores que obtienen la producción a
precio vil: ante este conflicto se crean necesidades artificiales en otras
naciones, bajo la necesidad de insertar de algún modo esa producción
innecesaria. Paralelamente, el Estado organiza la represión de las revueltas de
los trabajadores a través del ejército. Lafargue anuncia, de este modo, que la
tecnología reemplazará fatalmente el trabajo humano y el tiempo del hombre será
destinado para provecho del hombre en su desarrollo.
Valoración.
El repaso por
toda literatura de izquierda es siempre un paisaje literario en que es
imprescindible detenerse en busca de preguntas y respuestas que interpelen
hacia la consecución de la transformación social. El recorrido por el cual nos
guía la compilación de Sartelli, presenta formulaciones lúcidas en sus críticas
hacia lo cultural e institucional; sin embargo, una frecuente teorización que
desconoce los avales de la empiria deja centrado el debate en una argumentación
más contra la más rica posibilidad de la propuesta. Así, las herramientas que
el Estado acerca a modo de políticas sociales son contempladas como migajas del
sistema burgués capitalista, imposibilitado por su naturaleza de convertirse en
una herramienta revolucionaria. En esta misma línea, Kabat señala el conflicto
docente (real, con sus agentes mal remunerados) asimilando el malestar a la
situación social, en un enfoque demagógico y corporativo que omite el
disciplinamiento y la construcción imaginaria excluyente de un sujeto educativo
que son inherentes a gran parte de un sector docente burgués conservador. Del
mismo modo, Kornblitt cuestiona a los microemprendimientos como una falsa
esperanza que engaña a los desocupados, una forma tácita de burla hacia quienes
tienen la necesidad de trabajo en el de por sí injusto sistema capitalista. El
cinismo con que son acompañados facilitan la percepción de una inmensa
distancia con el sujeto político potencialmente revolucionario. En tal sentido,
una vez anunciada la propuesta emancipadora (revolución), subyace la debilidad
argumentativa ante la ambigüedad en torno a una política superadora,
convocante, popular y con capacidad de subsistencia en el complejo sistema
internacional.
El ensayo de
Lafargue, que da sentido al título de esta obra, es sin duda premonitorio a los
conceptos de “sociedad de consumo”, la Doctrina de Seguridad Nacional o la
proclamación de la ideas keynesianas, aspectos que sin duda ameritan
considerarlo un visionario y un clásico, en un mundo donde paulatinamente las
sociedades continúan resintiéndose del gradual pero permanente reemplazo de la
máquina por la mano de obra y el concepto de crecimiento se liga cada vez menos
a distribución de la riqueza como sí al empobrecimiento del trabajador (veáse
modelo BRICS).
La obra es un
cuestionamiento útil, necesario. Pero sólo un cuestionamiento que, en un mundo
volcado a la producción y a ese ideal obtuso del crecimiento económico, se
asimila a una débil queja, en los márgenes de todo ágora relevante.
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