La
resistencia política puede admitir múltiples formas, y cada una de ella es
capaz de cobijar una identidad vital de un proceso en construcción, quizás
inspirada en la alegría de lo nuevo y esperado. Encuentro de próceres entonces
vivos, El diálogo de América nos
presenta a un esperanzado y tenaz Salvador Allende junto a un enérgico Fidel
Castro, que no por joven carece de tacto y realismo político. Ambos comparten
entusiasmados sus impresiones sobre el presente y porvenir de la resistencia
latinoamericana frente a la amenaza del imperialismo estadounidense.
Un
repaso sobre un Allende que descreía de la violencia clasista instalada en
instituciones que asume democráticas, que se subordinarán por pudor a los
procesos populares. “La derecha es tan cruel como se lo permite el contexto”,
pronunció alguna vez el pensador José Pablo Feinmann, y sin lugar a dudas, dio
razón al escéptico guerrillero cubano. En la situación de Castro, la lucha
armada era la afirmación de la política desafiando al influjo tanático de
Fulgencio Batista, bajo el cual toda pretensión de libertad encontraba el fin
de toda posibilidad de ser. El tono desafiante de Castro hacia Estados Unidos,
que se repite en varios lugares del documental y que Allende considera
desmesurado, será probablemente parte de la estrategia de densa cubana ante la
feroz oleada genocida pronta a desembarcar, que contará al presidente chileno
como una de sus víctimas.
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El socialismo, una
causa inexplicable que sólo puede ser fundamentada bajo los objetivos de una
mayor igualdad y fraternidad, probablemente la única que exprese una genuina
razón de ser de la política, daba cuenta allí de sus múltiples posibilidades,
guiando unívocamente hacia una valorización de la dignidad del hombre.
FICHA TÉCNICA.
(Chile, 1971) Documental. “El diálogo de América”,
dirigido por Álvaro Covacevich.
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