El 6 de
noviembre de 2012 tuvieron lugar las disputadas elecciones en los Estados
Unidos. La crisis mundial y sus impactos en la economía del país tras la crisis
financiera internacional fueron los principales ejes de debate.
Los
candidatos de los partidos mayoritarios fueron el entonces presidente Barack
Obama, aspirante a revalidar su mandato de 2008, y Mitt Romney, un pastor
mormón y multimillonario empresario.
Obama apostó
a solidificar la defensa de una política económica que permite una lenta
recuperación y Romney con un mensaje conciliador y crítico del balance político
del demócrata.
La retórica
de Romney tendió a representar a un retorno a los valores originales del pueblo
norteamericano, expresión de un conservadurismo dirigido a blancos anglosajones
protestantes. “No representaré un partido, representaré a una nación” sostuvo a
su llegada
del aeropuerto de Portsmouth, al tiempo que acusaba al presidente Obama de
dividir la nación, aumentar el déficit fiscal y el desempleo.
Las
elecciones no carecieron de “campaña sucia”. Los ataques, principalmente
dirigidos al presidente Obama, se dieron a través de:
·
El anuncio que lo acusa de permitir la expansión
automotriz en China en detrimento de los puestos de trabajo estadounidenses,
·
El discurso segregacionista de 1ue la campaña
demócrata acepte a inmigrantes indocumentados como voluntarios para recabar
votos puerta a puerta,
·
En Virginia (este), las autoridades han abierto
una investigación porque líderes republicanos locales habrían supuestamente
contratado los servicios de empresas que destruían registros electorales de
demócratas,
·
Protestas de republicanos por asegurar que el
exgobernador, un ferviente mormón, iba a prohibir toda clase de abortos, a
pesar de que Romney ha asegurado repetidas veces que acepta excepciones en caso
de violaciones, de incesto o de riesgo para la vida de la madre.
Otros
intentos de bloquear sufragios ha sido el control de identidad por Estados.
Esta
situación ha ameritado la consulta
a especialistas.
“Lo que puede
distinguir a la campaña de 2012 de las anteriores es el volumen de la
publicidad negativa”, observa Melissa Deckman, profesora de Ciencias Políticas
en Washington College. Ella precisa que, según investigaciones recientes, en
2008 los anuncios negativos representaron 9 por ciento de toda la publicidad
política, mientras que en esta campaña, los ataques representan 70 por ciento
del total. “Dado que todavía faltan varias semanas para el día de la elección”,
indicó Deckman, “desde la perspectiva publicitaria, esta campaña bien podría
ser la más negativa de la historia.”
Las campañas de difamación, ya sea que
contengan un grano de verdad o estén basadas en mentiras descaradas, les
permiten a los candidatos demostrar cómo reaccionarían bajo las tensiones de
unas condiciones que la mayoría de la gente consideraría insoportables.
Como escribió el historiador Gil Troy, las campañas brutales perduran no sólo
porque les permiten un desahogo colectivo a los 300 millones de
estadounidenses, sino también porque dan resultado, por improbable que parezca.
Si no se va a acabar la negatividad, quizá la
pregunta que deberían hacerse los votantes estadounidenses no es si ésta es la
campaña más sucia de la historia, sino más bien, por qué las campañas
estadounidenses han sido negativas por tanto tiempo y en el mismo sentido. Los temas persistentes de las
supuestamente peores campañas -raza, religión, sexo y muerte- le recuerdan
a la gente que son temas centrales no sólo en la política, sino en todos los
aspectos de la vida. Por más que la economía vaya a pesar en el resultado, esta
campaña es tan sucia como muchas otras porque los votantes saben que están
eligiendo a algo más que a un gerente.
El voto femenino en los EE. UU.
En estas
mismas elecciones, la consultora Pew Research dio a conocer un interesante
estudio sobre el voto masculino y femenino en las elecciones presidenciales de
los últimos diez años.
1992
|
Bill
Clinton
|
George
Bush
|
M
|
45%
|
37%
|
V
|
41%
|
38%
|
|
|
|
1996
|
Bill
Clinton
|
Bob Dole
|
M
|
54%
|
38%
|
V
|
43%
|
44%
|
|
|
|
2000
|
Al Gore
|
George W.
Bush
|
M
|
54%
|
43%
|
V
|
42%
|
53%
|
|
|
|
2004
|
John
Kerry
|
George W.
Bush
|
M
|
51%
|
48%
|
V
|
41%
|
55%
|
|
|
|
2008
|
Barack
Obama
|
|
M
|
56%
|
43%
|
V
|
49%
|
48%
|
“Lo que marca
en términos reales la brecha de género
son las posturas frente al Estado benefactor y la red de seguridad social”,
expresa Melissa Deckman.
Obama intentó
establecer una relación directa entre el bienestar económico de las mujeres y
al reforma sanitaria implantada por su gobierno. Romney, por el contrario.,
prometió desmantelar el sistema de protección conocido como “Obamacare” y
recortar los fondos de Planned Parenthood, la principal asociación que permite
abortar a las mujeres de menores ingresos.
“Es un tema
económico para las mujeres”, dijo Obama en un acto de campaña en referencia a
su política sanitaria. “Esto marca una diferencia. Es dinero de los bolsillos
de las familias”.
Más del 95%
de los electores afroestadounidenses votaron en 2008 por Obama. También ganó el
voto hispano, que crece rápidamente, por un margen del 67% contra 31%. Os
tercios de aquellos menores de treinta años votaron por Obama e inyectaron la
energía de su campaña en Internet. También captó el 56% del voto femenino, comparado
con el 51% logrado por el demócrata John Kerry en 2004.
El núcleo de
apoyo a los candidatos republicanos a la presidencia proviene de votantes
blancos preocupados por los impuestos y recelosos del gasto público, así como
conservadores religiosos que se oponen al matrimonio homosexual y al aborto. El
aspirante republicano Mitt Romney, un multimillonario empresario, tienen una
tractivo más amplio pese a la brutal elección primaria que lo forzó a
inclinarse a la derecha en asuntos como la inmigración y temas sociales como el
aborto.
Las
elecciones de 2012 no serían una excepción: una vez más, Obama
lograría hacerse del voto de mujeres, afroamericanos e hispanos.
Resultados
Finalmente,
Obama consiguió ser reelegido el 6 de noviembre de 2012 como presidente de los
Estados Unidos para un segundo mandato. Contradiciendo todos los pronósticos y
las encuestas previas, según las cuales entre ambos candidatos existía un
empate técnico, logró una diferencia holgada de un 30% en el número de delegados,
303 de Obama frente a 206 de Romney, y dos puntos porcentuales de ventaja (casi
tres millones) en el recuento de voto popular, 50% frente a 48%.
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