Fuente: Fin del capitalismo ¿salvaje?, 19/4/2012
Una empresa 100% estatal
En diálogo con Marcha, el presidente de la Comisión Bicameral
de Energía y Minas del antiguo congreso de Venezuela, el ingeniero David
Paravisini, cuenta cuál es el modelo de PDVSA y da su opinión acerca del caso
YPF.
“El Estado debe tener el control del petroleo para
tener el control de la renta petrolera internacional”, aseguró a Marcha el
presidente de la
Comisión Bicameral de Energía y Minas del antiguo congreso de
Venezuela -antes de que la reforma constitucional del 2000 lo convirtiera en la Asamblea Nacional-,
David Paravisini. Ingeniero mecánico y experto en hidrocarburos, siguió de
cerca las vicisitudes de la empresa estatal Petróleos de Venezuela Sociedad
Anónima (PDVSA), uno de los modelos de organización para la explotación de
hidrocarburos en América Latina.
“PDVSA es una empresa creada por el Ejecutivo nacional
en 1975 como producto de un proceso de nacionalización de las empresas
productoras de petróleo”, explica. “En su momento, la explotación de
hidrocarburos estaba en manos de empresas transnacionales como Shell o Exxon
Mobill. Eso en 1975 se nacionaliza y se crea PDVSA y por ley es la que dirige
absolutamente todas las actividades de exploración, producción, transporte,
almacenamiento y comercialización del petróleo venezolano. El conflicto que se
ha planteado a nivel nacional es que durante un tiempo la directiva de la
empresa obedeció a criterios estrictamente ligados a este grupo de
administración y la renta petrolera no se distribuía nacionalmente sino a nivel
internacional. Hoy es una empresa 100 por ciento del Estado que ha creado
empresas operadoras en algunas áreas de las cuales, por la ley de
nacionalización, se garantiza el 60 por ciento de las acciones de esas empresas
que son mixtas”.
En 2011 PDVSA cerró su año con un aumento de la
producción del 42% y un aporte de 30 millones de dólares a programas de
desarrollo en todo el país. “Producir petróleo en Venezuela cuesta 5 dólares el
barril. Y en el mercado internacional el precio ha llegado a 115 dólares”,
grafica Paravisini. “Esos excedentes, que van por encima de lo que es una
ganancia común para una actividad estractiva de materia prima, controlados por
el Estado, pueden ser reorientados y darle un destino con sentido nacional.
Cuando la empresa está en manos de las transnacionales esos excedentes se van
directamente para capitales al exterior como ganancia. Y además dominan el
control administrativo de la empresa y así se hace imposible llevar un control
con respecto a la estructura, los costos y los precios. Así no se puede tener
un control sobre la renta y estaría vulnerado el impuesto a la renta petrolera.
Esta renta, en manos del Estado, para esta industria que produce estos ingresos
tan fabulosos, dada la situación actual de la energía en el mundo, obviamente
es interés del país productor y dueño del recurso. Es por eso que en Venezuela tuvo
un proceder el sostener mayoría accionaria en las empresas mixtas y reorientar
la renta en función de un proyecto nacional”.
Estas fabulosas rentas, además de sostener la
economía venezolana y proveer los recursos para los programas de desarrollo del
gobierno, se utilizan con un sentido de integración continental, en lugar de
seguir el patrón lucrativo internacional de multinacionales u otras empresas
mixtas en América Latina. Por ejemplo, Caracas provee de barriles de crudo con
un financiamiento a 15 años y a tasas de interés mínimas a países que no poseen
petróleo, tales como República Dominicana, Guatemala, Costa Rica, Panamá, El
Salvador, Jamaica, Haití, Honduras, Nicaragua, Barbados y Belice. Todo esto se
logra gracias a la exclusividad en la propiedad de la petrolera por parte del
Estado. “La misma Constitución prohíbe la venta de acciones de PDVSA”, asegura
Paravisini. “En un momento determinado se hicieron una serie de 'Asociaciones
Estratégicas' en lo que se denominó la 'apertura petrolera', que fue un invento
para tratar de burlar los mandatos constitucionales y crear empresas de
explotación de petróleo donde la mayoría accionaria era de las empresas
invitadas externas. El convenio de inversión entre las grandes transnacionales
era que PDVSA fuera minoritaria y hasta lo incluían en las actas de
constitución de estas empresas. En el año 2007 se produjo el cambio de la ley
de hidrocarburos, que nacionaliza todas esas empresas y se establece que el
Estado tiene que ser mayoritario y se procede a expropiar las acciones de las
empresas socias hasta lograr que PDVSA tuviera el 60 por ciento de las acciones
de las Asociaciones Estratégicas, que ahora se llaman empresas mixtas”.
El caso de Argentina
“Argentina tenía una experiencia con respecto a eso”,
rememora Paravisini. “En los años 30 el presidente Yrigoyen se vio obligado por
la misma situación de crisis en la economía mundial europea y estadounidense,
donde las empresas petroleras impusieron el precio de los combustibles y sus
derivados, a fijar el precio y buscar apoyo internacional para solucionar el
problema. En este caso Repsol está mandando a España la renta petrolera
producida por el gas y petróleo argentino para paliar una crisis de la cual los
argentinos no tienen culpa. El gobierno argentino tuvo que, como Yrigoyen,
hacer una acción política para impedir que estos recursos que hacen falta en su
país se estén derivando a una economía como la española o europea, que por sus
propias torpezas está pasando las dificultades que sufren y que no tienen porque
ser los argentinos que paguen con sus recursos no renovables”.
La decisión del gobierno argentino de expropiar el
51% de las acciones que Repsol tiene en YPF no ha pasado desapercibida en la República Bolivariana
de Venezuela. Si bien el ingeniero admite que “no tenemos datos como para hacer
un análisis más profundo de la realidad argentina”, da a entender que hay
cierto apoyo a esta medida si bien no se parece al nivel alcanzado por PDVSA.
“En la empresa YPF no está solamente Repsol sino que también está la familia
Eskenazi, y no sabría como sería el tema político a resolver. En Venezuela
tenemos empresas mixtas, pero sólo en áreas de explotación, y una empresa
matriz que es 100 por ciento venezolana. Es una figura que no existe hoy en
Argentina. Tengo entendido que en el caso de YPF el Estado se quedaría con el
51 por ciento y el otro 49 lo tendrían banqueros y empresarios entre los cuales
está Eskenazi. Entendemos que para la presidenta Cristina Fernandez es
suficiente ese 51 por ciento para tomar las decisiones respecto de la
orientación de los recursos. Allí hay que invertir para aumentar la exploración
y explotación tanto de petroleo como de gas porque se ha producido una
situación anómala donde Argentina, siendo país productor, está importando gas.
Esas cosas se resuelven con una dirección de las inversiones que se obtienen de
la producción de petroleo y que hasta ahora Repsol ha utilizado para favorecer
a la economía europea en crisis. El objetivo es asegurar una soberanía y
seguridad energética a Argentina para los próximos años”.
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