Durante las últimas
semanas, pese a los intentos por bajar los niveles de incertidumbre en
distintos rubros comerciales (especialmente los vinculados de una u otra manera
al rubro de la construcción: casas de electricidad, corralones, ferreterías,
etc.), ha sido limitada la venta señalando un “desconcierto sobre al
estabilidad del doblar”. Esto constituye un grave problema para las familias
beneficiadas por el programa de construcción de viviendas familiares PROCREAR,
ya que dadas las revisiones del estado de la construcción cuatrimestrales no es
admisible caer en demoras. El reciente
acuerdo de precios con corralones quizás pueda ser una solución, pero sólo
el tiempo dirá.
Otro tanto sucede
con los precios de productos de primera necesidad en los hipermercados, cuya
respuesta habitual a los acuerdos de precios es el retiro de productos de las
góndolas, especialmente en las ciudades del interior.
No basta denunciar
maniobras especulativas o flashes mediáticos de consensos (tácticamente)
inexistentes entre gobierno y capital, aspecto que devalúa en márgenes
preocupantes al Estado como instrumento de la soberanía popular. La amenaza de
sanciones es una recurrente operación retórica vaciada frente al empresariado
argentino.
Quizás sea tiempo de
recordar al buen liberal que fue Locke,
pensando en la imposibilidad de gobernar sin la espada.
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