domingo, 9 de febrero de 2014

Debates adentro y afuera

La presión del contexto de la tríada especulativa (agroexportadores, industriales y comerciantes) provocó interrogantes sobre la capacidad del equipo económico. En estas circunstancias, el paulatino alejamiento, iniciado en 2011, de los realistas pragmáticos de la escena política –es decir, de los políticos portadores de un especial conocimiento de las inquietudes e intereses territoriales- ha venido a ser reemplazado por el ascenso de los técnicos ministeriales en 2013, afines a los incondicionales ingenuos (adherentes con escasa militancia territorial, partidarios de una democracia delegativa que deja plena en plena confianza y responsabilidad –y soledad- a las decisiones políticas en la figura de Cristina Fernández).
El debate transita también una discusión sobre el futuro del kirchnerismo y el rol de las identidades partidarias, ante una necesidad natural de toda fuerza política de lograr una renovación dirigencial y generacional, y una necesidad ieológica de dar una ruptura cuanto menos simbólica (en personas, en ideas) del Partido Justicialista respectyo de los dañosos procesos neoliberales argentinos.
Siendo acusados recurrentemente de verborrágicos y agresivos por la oposición, las gestiones de Guillermo Moreno en Comercio Interior y Aníbal Fernández en Jefatura de Gabinete habían introducido ciertos límites del gobierno nacional frente a los formadores de precios y cuestionamientos políticos. Estas figuras, del peronismo tradicional, contarían sobradamente con un carácter práctico para la gestión, pero implicarían limitaciones en su capacidad de apertura para dar nuevos sentidos al rumbo político y desarrollar un proyecto propio. Por sus formas, la asociación a los comportamientos hostiles de la dirigencia peronista del GranBA es un lugar previsible.
GENERACIONES. El ministro de Economía Axel Kicillof y el
Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Daniel Scioli.
En este sentido, se advierte una notable diferenciación que gran parte de los sectores de centroizquierda formulan sobre el gabinete nacional actual, en que predominan las críticas a las decisiones sobre las decisiones, y las que se realizan sobre los ejecutivos distritales, donde se cuestionan prácticas y relaciones poco claras o incompatibles.
Daniel Scioli, hipotético sucesor a la presidencia, no arriesga demasiado y establece su base de apoyo en el Partido Justicialista sin recrear aperturas transversales. Apuesta, en última instancia, a la capacidad de convocatoria de un perfil tradicional del peronismo, con los adherentes históricos alineados en subalternidad de una dirigencia capaz de pedir “mano dura” y “distribución de la riqueza” de acuerdo a las manipulaciones de la opinión pública. Bajo la democracia de audiencia actual, apuesta a conjugar el encuentro litúrgico del pasado y el marketing televisivo que hizo célebre a Francisco de Narváez o al bruto empresario agropecuario Alfredo Di Angelis.

La cuestión es, en definitiva, ¿cuánto puede arriesgar el peronismo, sin el kirchnerismo, ante el recuerdo cómodo de la dirigencia en la década del 90´?

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