martes, 9 de julio de 2013

La incorporación absoluta del discurso de la burocracia sindical en Hugo Moyano


L
As decisiones políticas y la elección de lo partidario pueden no explicitar de forma contundente el proyecto político deseado, más aún en un sistema de representación electoral tan volátil como el sistema político argentino. Muy distinto es lo que ocurre cuando el protagonismo político insta a emitir posicionamientos públicos a la sociedad, en una expulsión discursiva con expresiones categóricas que se alinean conformando un entramado ideológico.

Las recientes declaraciones del referente del gremio de camioneros y fundador del reciente Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo son elocuentes, a modo de anexo a una visión sindical hasta el momento no pronunciada. Si Hugo Moyano había instalado en su discurso ideas como “defensa de los trabajadores” hasta la “defensa de los trabajadores en la política” (forma explícita de enunciar la propiedad de candidaturas en las listas del Partido Justicialista hasta el anuncio de una postulación presidencial), la llamativa alianza con el millonario derechista Francisco De Narváez primero y las recientes declaraciones contra las políticas sociales y sus sujetos de derecho (1) revelan un viraje discursivo cuyas consecuencias personales exceden por su contundencia los cálculos electorales posibles en la coyuntura. ¿Acaso Moyano buscó despegarse de un sujeto político “pobretón” para, en nombre del 20 por ciento de los asalariados, reclamar que el Estado elimine el apercibimiento sobre el salario de los trabajadores mejor pagos? ¿hay propuesta para el sector informalizado de la economía, elevado a un 30 por ciento de la masa de trabajadores, gran parte de ellos incorporado, aunque en forma débil, a través de las posibilidades de determinar producción y un equipo de trabajo a través de las exigencias implementadas en las políticas sociales actuales? Todos estos aspectos son continuamente soslayados, convirtiéndose Moyano en un líder sindical del tipo al que combatió durante su militancia  en el Movimiento de los Trabajadores Argentinos durante la década del noventa: un líder cerrado en la defensa de los trabajadores integrados que cumplen con la mensualidad de la cuota gremial y un comportamiento corporativo desprovisto de función social alguna bajo cuyo egoísmo los pasos hacia las prácticas inescrupulosas suelen reducirse a condición de oportunidad. La recurrencia a los balazos electorales de las internas de la UOCRA o la deconstrucción de la red mafiosa de la Unión ferroviaria tras el asesinato de Mariano Ferreyra arrojan luz sobre como las bondades de la solidaridad colectiva pueden tornarse el oscuro nicho de dirigentes corrompidos.

Si De Narváez, su socio político, ha sido un impulsor del endurecimiento del rol punitivo del Estado frente al delito, Moyano quizás entienda nula la posibilidad del concepto de trabajador como sujeto no gremializado. A De Narváez y a Moyano pareciera perjudicarles los ingresos de quienes pugnan por su inclusión: no son asalariados para sindicalizarlos, y son aún demasiado perseverantes y ricos para integrar redes delictivas que favorezcan la sensación de inseguridad creada por América, Canal 9, Canal 13 y C5N. Se trata de una población sobrante, electoralmente inútil para la dupla.

Quizás el discurso de Moyano contra los trabajadores en peor condición pueda servir para un replanteo sobre representatividad y renovación del sindicalismo argentino en sus distintas centrales.


NOTAS

(1) Moyano llamó “planes descansar” al programa “Argentina Trabaja”, que nuclea y asocia a los trabajadores con un salario estatal para formar cooperativas de trabajo sustentables. Los “planes trabajar”, con que compara Moyano, fueron un instrumento asistencialista empleado durante el menemismo con una forma de administración irregular.

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