Con más expectativas que anuncios reales, el analista argentino
protagonizó un interesante debate con el secretario ejecutivo del evento.
Convocados en
Caracas bajo el lema “Los pueblos del mundo unidos contra el neoliberalismo y
por la paz”, Venezuela fue por primera vez país anfitrión y Caracas la sede de
la decimoctava edición de este importante encuentro de partidos progresistas y
de izquierda durante los días 4, 5 y 6 de julio. Los debates se desarrollaron
en 14 talleres temáticos, con organizaciones de América, África, Europa y Asia,
en lo que fue la reunión más convocante desde su creación. Pero, contrariamente
a lo esperado, se ha sostenido que la cantidad de asistentes no tuvo relación
alguna con la calidad del debate. Sin embargo, el politólogo argentino Atilio
Borón deslizó serias omisiones en el funcionamiento y el documento del foro:
1) Olvida
señalar el golpe contra Jean Bertrand Aristide en Haití, en el año 2004.
2) No
se consideró el cierre de bases militares norteamericanas.
3) Niega
la nuclearización de la zona (Colombia habría renunciado por tratado entre
Uribe y Obama al control de cargamentos).
4) Negación
de la palabra a autoridades del Frente Social Patriótico, que habría recibido
amenazas de paramilitares colombianos.
El enojo de
Borón resulta más que razonable, ya que la defensa de Pomar a la organización
del Foro trasluce la burocratización, un pacato formalismo y ritualismos
inútiles frente a urgentes cuestiones que ameritan respuestas de fondo para el abordaje de las soluciones de los
sectores más necesitados y de los procesos y partidos políticos más asediados
por una derecha que no piensa en calidad institucional, legitimidades populares
ni ordenes jurídicos para derribar gobiernos movilizadores y sensibles a las
demandas populares.
Borón
interroga e incómoda yendo precipitadamente al nudo de la cuestión, evitando
que se facilite la disolución de las responsabilidades del FSP en una cumbre
rutinaria para la proclamación de buenas intenciones. Haciendo un ejercicio de
memoria, historiza la actualidad y advierte de la importancia del compromiso de
las fuerzas sociales convocadas en tanto herederos de un pensamiento cuya
supervivencia retórica ha tenido por costo innumerables persecuciones, masacres
y genocidios.
“…
más allá de la crítica necesaria al neoliberalismo y su todavía hoy pesada
herencia, el problema es el capitalismo, lo que hay que vencer y subvertir es
el capitalismo. O es que las luchas protagonizadas por nuestros pueblos, con
sus tremednos sacrificios y sus miles de vidas ofrendadas para la construcción
de una nueva sociedad, ¿sólo lo fueron para pasar del neoliberalismo al
neokeynesiansimo, o al desarrollismo, o al espejismo de un “capitalismo verde”?”
Las
justificaciones de Pomar soslayan la necesidad de generar dispositivos de
defensa, institucionalizando en forma abusiva un espacio cuya utilidad se
presume en el intercambio entre fuerzas progresistas y la capacidad de aportar
soluciones ante las presiones militares, políticas y económicas del poder
conservador.
Borón expresa
más desengaño que ansiedad, aún con un entusiasmo voluntarista de quién
pretende tapar el sol con las manos; y no es que el politólogo argentino se
llame a engaño o cargue con la torpeza de no interpretar la mediocridad en que
parece regodearse este último encuentro, sino que pretende estimular un cambio
en la calidad y profundidad de los debates. La cuestión pasa, efectivamente,
por qué hacer
“¿qué
harán las fuerzas sociales que concurrieron a Caracas el día después, cuando vuelvan
a sus países? ¿Cómo organizarán sus luchas, cuál es el plan de batalla, quiénes
asumirán cuáles responsabilidades en al ejecución del mismo? Preguntas no sólo
pertinentes sino acuciantes porque las burguesías, las oligarquías y el
imperialismo no sólo tienen sus foros –el de Davos siendo el más importante-
sino que también disponen de instancias que organizan sus fuerzas y planifican
y coordinan sus batallas, mientras que se libran en el terreno mundial y no tan
sólo en los espacios nacionales. Nuestros enemigos no sólo deliberan sino que
actúan organizadamente; no se los podrá enfrentar con éxito sólo con bellas
declaraciones”.
Las
cuestiones organizativas conforman parte de una estrategia que haciéndose de
público conocimiento, limitaría las proyecciones reales de las fuerzas
progresistas. Las acciones de “las burguesías, oligarquías y el imperialismo” encuentran
éxito precisamente por su capacidad de organización pero también por lo
sigiloso de sus movimientos. Sin lugar a dudas, una medida de acción importante susceptible de ser agregada en el
documento final es la posibilidad de organizar políticamente a los sectores
postergados bajo un pleno acompañamiento de sus reclamos. Mientras tanto, hemos
visto un regionalismo democrático de la UNASUR ha bloqueado diversas ofensivas golpistas;
dicho esto, la frecuencia de su puesta en práctica y el estudio que la derecha
hará de él para posibilitar su vulnerabilidad llaman a al preocupación de
buscar perfeccionamientos y complementos que, tarde o temprano, también serán
puestos en escena. La arbitraria destitución de Fernando Lugo mediante un golpe
institucional expone la creatividad destructiva del bloque neoconservador
contra gobiernos democráticos, legítimos y redistributivos.
Lamentablemente,
Borón nos ayuda a reconocer las debilidades de un foro que, casi devenido una
falsa promesa, expone orgulloso su opacidad frente a las iniciativas democratizantes,
igualitaristas y soberanas de un subcontinente que, aún con postergaciones,
avanza con alegría e irreverencia.
NOTAS
(1) “El
foro social frente a la crisis mundial”, por Eduardo Febbro, Página/12,
6/7/2012.
(2) "El Foro de São Paulo
es un olmo, no podemos pedirle peras", por Roberto Regalado, en
Rebelión, 14/8/2012.
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