viernes, 24 de agosto de 2012

La sinrazón antipopulista, o la rutina confrontativa antidemocrática



La oposición mediática construye relatos distópicos con repercusiones de realidad.
La creciente escalada verbal de referentes de la Oposición (política y mediática), que enfrenta la falta de propuestas y la resistencia a los cambios culturales como sus problemas más serios, exige un tiempo de reflexión minuciosa ya que las críticas realizadas constituyen exabruptos tales como la inexistencia de la democracia, la existencia de persecución política y la formación de grupos paramilitares en las principales agrupaciones políticas.
Desde luego, es previsible que toda administración se vea cuestionada por una prensa opositora; sin embargo, la magnitud de las acusaciones amerita, cuanto menos, respuestas judiciales en pos de un resarcimiento y una fe de erratas, dado que la inacción fortalece la impunidad de las palabras y aguijonea a los grupos mediáticos a avanzar hacia nuevas operaciones. Se trataría, simplemente, de dar la respuesta pertinente a cada ofensiva. Las perspectivas de la plena vigencia de la Ley de Medios, problablemente, se pospondrá a diciembre recorriendo instancias internacionales. Se trataría, simplemente, de no ceder en el mismo lugar de los ataques.
El escrito de uno de los polemistas más retrógrados del diario La Nación (tribuna tradicional de los defensores de las asimetrías sociales), nivelando las juventudes hitlerianas por encima de los activistas adherentes al actual gobierno nacional, revela no una falta de conocimiento sino de ética. Una explicación sobre la conducta de Aguinis es que pesa más la línea editorial del diario que el apego a su origen judío; esto no lo exime, claro está, de ser responsable directo de lo que a su nombre publica.
Sin embargo, la recientes elaboración literaria no debe servir para opacar la creatividad de los escritores Joaquín Morales Solá, Julio Blanck, Ricardo Kirschbaum (expertos en off the record) y Mariano Grondona (quién moldea teorías como plastilina). Pero la virtud de estos literatos, que por fuerza de hechos deben elaborar textos en formato periodístico, es sistematizar ideas del imaginario del conservadurismo opositor. Así, el antichavismo de Binner, las acusaciones de corrupción de Stolbizer, de un Estado ineficaz de Macri, de venta del Estado a la Barrick de Solanas, el rechazo la inversión social de Gerardo Morales y Ernesto Sanz hasta el regreso a la oligarquía partidaria pejotista del “peronismo federal” sirven de ingredientes indispensables para la construcción del relato, muchas veces plagado de contradicciones. No se trata de que tenga coherencia, sino de presionar al gobierno nacional.
El texto descalifica directamente a los espacios más dinámicos de este gobierno, desde el fervor de una juventud que se siente protagonista hasta las organizaciones que se han fortalecido en la sangre de activistas reprimidos en la arrasadora década neoliberal. A quién no le haya pasado por desapercibido el “golpe blando” de Paraguay, habrá advertido la importancia de la organización colectiva para ejercer demandas a favor del rumbo conjunto inédito en la región.
Sin embargo, la ficción distópica de Aguinis tiene consecuencias imprevisibles que causan un gran daño desde el aspecto mediático. No hace falta revisar muchos medios internacionales para dar cuenta de la simbiosis editorial respecto a determinadas temáticas (sigase a El País/Perfil, Abc/La Nación) que deforman contenidos creando una imagen de caos que, casualmente, semeja descripciones de países de la región. Esta desinformación la he comprobado en la utilización de nuevas tecnologías, comprobando que no hay adherentes del PSOE que consideren “serio” y “progresista” el rumbo de la región, quienes me han recomendado que para informarme de España lea El País. Afortunadamente, UNASUR ha sido un dispositivo efectivisímo de defensa de la democracia, lo que no quita que esté bajo estudio para ser vulnerado.
A seguir pensando entonces en el desafío de una comunicación democrática y en la conformación de criterios de responsabilidad comunicacional. A las obras.


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