domingo, 26 de junio de 2011

Elecciones en Argentina- El vicepresidente de Cristina Fernández

 

El nombramiento de Amado Boudou por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner el sábado 25 de junio fue uno de los hechos más esperados de la semana. La sorpresiva candidatura del ministro de Economía a la viceconducción política del país era una probabilidad habida cuenta de que rumores lo señalaban como un hombre de gran confianza de la presidenta, al punto tal de haberle sido designado un destino en la siempre influyente ciudad de Buenos Aires, sólo quebrado por una baja captación electoral de su figura.
Lamentablemente, figuras con mayor historia (y por lo tanto, de las que es esperable mayor compromiso y coherencia) dentro del espacio de centroizquierda del Frente para la Victoria se han visto desplazadas por esta (hipotética) elección de la presidenta, que es a dado creer que es más genuina que las anteriores habida cuenta de la certeza en todo el espectro político de que repetirá su mandato, por lo que contaría con el capital suficiente para hacer propia esa decisión.
La ausencia del kirchnerismo duro en la vicepresidencia (principalmente el grupo de Carlos Zanini, Alicia Kirchner, Juan Manuel Abal Medina, Nilda Garré) expresa la falta de garantías para el espacio de centro-izquierda de la existencia de un interlocutor válido para una relación con cierta empatía. El kirchnerismo supo seducir a las fuerzas nacionales, populares y progresistas que arriesgaron notoriamente desde 2008 –el período en que el kirchnerismo casi desbarranca por la unidad de la presión opositora-  todo su capital político para la continuidad de un proceso político que ha instalado ideas-fuerza como “derechos humanos”, “distribución de la riqueza”, “regulación del Estado" o "igualdad de oportunidades”. Es esperable que también la noticia haya provocado un hondo impacto en organizaciones de derechos humanos y cierto sector del electorado independiente progresista, habida cuenta de la trayectoria política de de Boudou y el apuntalamiento que éste habría buscado en el aparato del PJ al apoyar la candidatura de Daniel Scioli. (1)
Desde 2003, ninguna fórmula presidencial del kirchnerismo ha tenido un éxito total: la primera, seguramente condicionada al antecesor Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner-Daniel Scioli se compuso de opuestos complementarios que no derivaron en un conflicto público dado el consenso logrado por el presidente en materias de memoria histórica y la fuerte personalidad que le era propia, lo que lo volvió incuestionable dentro del Frente para la Victoria al punto de superar todas las expectativas de los jefes del PJ en la sucesión (principalmente de Daniel Scioli), imponiendo finalmente Kirchner su propio proyecto político (Cristina Fernández 2007). A su vez, la típica añoranza de una unión justicialista-radical movió a la alianza con el ex gobernador mendocino Julio Cobos, con los resultados que todos conocen: desde 2008, en la vicepresidencia, se transformó en un opositor al gobierno por el cual fue elegido. Nuevamente, la elección de la presidenta deja lugar a imprevisibles y la candidatura de Boudou es una amenaza a encuadrar dentro del Frente para la Victoria un germen opositor o de signo ideológico contradictorio al kirchnerismo inicial.
Con 48 años, Boudou carga con los orígenes neoliberales, su militancia en el partido de centro-derecha Unión del Centro Democrático (bastión ideológico del menemismo), un perfil ideológico que se habría matizado con medidas como la estatización de las AFJP. Boudou ha respondido con organicidad a las tareas encomendadas por la presidenta, pero cabe prever que la exclusiva dependencia de su madrina política podría derivar en que, ausente ésta, terminara por desvanecerse un proyecto político-ideológico sobre el que se aguardaron esperanzas por más de ocho años.
La candidatura a vice de Amado Boudou pareciera reflejar en cierta medida una metáfora desde el gobierno kirchnerista: “que aquéllos que se arrepientan de corazón tendrán un lugar seguro en el movimiento nacional y popular”, desmintiendo que el kirchnerismo no es vengativo ni rencoroso y que está dispuesto a reunificar el pueblo argentino tras la división de la resolución 125. Así, el subtítulo de la nota que el economista Raúl Dellatorre escribe un día después de la nominación al flamante candidato menciona a Boudou como “el ex egresado del CEMA (n. del a.: Centro de Estudios Macroeconómicos para la Argentina, usina académica del neoliberalismo) que supo ‘cambiar y adaptarse’”, en el que reconoce en sus antecedentes el cargar “en sus antecedentes una militancia política y una formación académica que lo acercan más al perfil de los “enemigos” ideológicos que a los socios del gobierno kirchnerista. Como estudiante de economía en la Universidad de Mar del Plata militó en la Upau, el brazo gremial universitario de la Ucede de Álvaro y María Julia Alsogaray. Ya recibido, hizo un master en Economía en el CEMA, usina de formación de los estrategas principales de la política económica del menemismo (Roque Fernández, Pedro Pou y buena parte de quienes secundaron a Domingo Cavallo)”. (2) Como contrapartida, el affaire "Martín Redrado" ha demostrado que es díficil para un gobierno redistributivo y popular valerse de las cualidades técnicas de economistas que por vínculos personales, educación acádemica y anclaje ideológico son afines a la escuela neoliberal. Por lo que respecta al perfil político de Boudou queda por ver si predominará la “figura del arrepentido” o el “cuento del sapo y el escorpión”.
Ante tal circunstancia, sería imprescindible para las fuerzas progresistas garantizar la continuidad del mandato completo de la presidenta pues la ausencia en el juego político de Cristina Fernández probablemente terminaría en un quiebre bipolar de todo el kirchnerismo. Ante esta situación el centroizquierda necesitaría permitirse tomar las iniciativas de lograr una construcción territorial genuina, purificar sus cuadros y hacer docencia desnudando las promesas demagógicas de la derecha, habida de encontrar chivos expiatorios ante sus fracasos. Por el otro lado, está el aparato con su afán devorador y su costumbre de “hacer la plancha” con la conducción del partido mayoritario.
Es imperioso así que los aliados progresistas del kirchnerismo, inteligentemente agrupados en el frente electoral Nuevo Encuentro, estén atentos a las amenazas que los podrían mermar, quedándoles observar los cambios de rumbo de la coyuntura política bajo el riesgo de no ser devorados ante el eclipse de las seducciones iniciales pues los contextos y las personas, como Amado Boudou, son frecuentemente dados a cambiar.

Notas
(2) 26/6/2011, “El nombre de una etapa”, por Raúl Dellatorre,  en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-170884-2011-06-26.html

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