domingo, 31 de marzo de 2013

La politización de la institucionalidad vaticana. La elección de Bergoglio como sucesor de San Pedro y la estrategia de la oposición

La elección de Jorge Mario Bergoglio y la política internacional del papado son ejes de discusión en el sistema político argentino.

La elección de Bergoglio como sucesor del saliente Benedicto XVI tiene una repercusión insoslayable en Argentina. Más conocido por sus intervenciones políticas que por su labor sacerdotal, ha asumido duras posiciones frente a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, agravadas tras la sanción del matrimonio igualitario. Esta trayectoria da lugar a que un importante sector del kirchnerismo espere una convencía dura. Al mismo tiempo, las acusaciones de indiferente a las desapariciones de los sacerdotes jesuitas Jaliks y Yorio permiten interpretaciones que lo contemplarían como un sacerdote colaboracionista que movido por inclinaciones ideológicas y presionaría al gobierno con la posibilidad de legitimar una fórmula opositora. En ese sentido, parte del peronismo recuerda con preocupación el contexto que horadó al gobierno de su líder histórico.

No obstante, ha predominado la espera y confianza de los adherentes al actual gobierno, siendo interpretados los gestos de Cristina Fernández y el ex cardenal como señales claras de gestos conciliatorios, que mal cayeron a las oposiciones políticas locales.(1) Es una realidad que el ex cardenal ha expandido su área de gravitación hacia todo el mundo católico, con una gran capacidad de hacer agenda sobre temáticas soslayadas y urgentes, tarea en la cual Argentina puede desempeñar un rol de digno cooperador.

El 17 de marzo, el periodista Ricardo Ragendorfer publicó un artículo referido a la participación política que el actual Papa habría desarrollado durante su juventud. (2) El texto sostiene que Bergoglio habría sido un activista del nacionalismo católico, con desempeño desde  1972 en Guardia de Hierro, una organización inspirada en su homónima derechista húngara pero que se permitía mantener un perfil ecléctico en la  idea de ser la más auténtica representación del peronismo juvenil. Sin embargo, las acusaciones más graves con los grupos de la derecha están dadas en las acusaciones que Horacio Verbitsky formuló en torno al secuestro de los sacerdotes Yorio y Jáliks, quienes habrían denunciado alguna vez la responsabilidad de Bergoglio, no sin retractarse en alguna oportunidad el segundo. Los vínculos con el genocida Massera, que recibió el título honoris causa en la jesuita Universidad del Salvador, son otro de los cuestionamientos que le pesan aún bajo versiones que justificarían los vínculos políticos en las negociaciones de liberación de presos y desaparecidos en la dictadura.

El sociólogo y director de la Biblioteca Nacional Horacio González tampoco fue ajeno al hecho.  En reuniones de la asamblea del grupo de intelectuales “Carta Abierta” y a través de un artículo en el diario Página/12,(3) expuso una serie de argumentaciones dando constancia de su preocupación ante el despliegue de un poder populista conservador desde el Vaticano, amenazante al punto de “encuadrar lo popular”, en una manipulación susceptible de disputar la dirección de los pueblos. El análisis de González pareciera estar destinado a mantener una prudente distancia del reciente Papa, a la espera de obras que permitan juicios objetivos sobre su labor, manteniendo al mismo tiempo una prudente defensa de la autonomía de la política.

Cristina Fernández pidió tácitamente a sus seguidores  no tuvieran gestos negativos hacia Francisco I, en el respeto a la Iglesia Católica Romana y las posibilidades de llegar a acuerdos. La oposición celebró en forma inmediata la asunción del cardenal.

Pese a las diferencias públicas expresadas desde su función cardenalicia, los problemas financieros y las acusaciones de pedofilia que jaquean la credibilidad del catolicismo son asuntos que demandarán una actividad intensa y permanente, respuesta esperable a las expectativas institucionales. Del mismo modo, no debería menoscabarse una lectura de Bergoglio de la situación y las posibilidades de hacer historia produciendo cambios esperados, existiendo condiciones oportunas que alientan esas perspectivas.

Las dudas sobre el entrecruzamiento posible entre el poder espiritual y el poder temporal son legítimas, (4) alentadas por la experiencia reciente. Pese a ello, la situación actual advierte de un período de comunicación y apertura cuya ratificación o ruptura se expresará en los posicionamientos del pontífice hacia fines del presente año, cuando arribe a nuestro país.

Notas

(1)    “Para la oposición, es un giro "hipócrita"”, La Nación, 21/3/2013.
(2)    “Guardia de Hierro: la organización peronista en la que militó Francisco”, Tiempo Argentino, 17/3/2013,
(3)    “¿Un Vaticano peronista?”, Página/12, 19/3/2013.
(4) "El PAPA Francisco viene a disputar poder social", por Julio Gambina, en  http://juliogambina.blogspot.com.ar/2013/03/francisco-i-viene-para-disputar.html

1 comentario:

  1. Dejennos a los católicos que elijamos a los que queremos, que demasiado que tenemos que aguantar a este gobierno!

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