miércoles, 25 de julio de 2012

Yo soy 132


La aparición de los indignados mexicanos
Nuevamente, los movimientos sociales se han transformado en una esperanza para cambiar el Estado mínimo neoliberal, la corrupción del funcionariado y la atención a las demandas sociales urgentes. Los estudiantes mexicanos manifiestan su descontento contra los partidos y la concentración mediática, se unen a la protesta social y surge Yosoy132.

El repudio de 131 estudiantes a Peña Nieto el 11 de mayo de 2012 es el punto de inicio de una de los movimientos sociales más vitales de México. Con el 23 de mayo como fecha de inicio a partir de la conformación de una declaratoria, Yosoy132 es una expresión aún pequeña de una sociedad escéptica de la política.
Una de los grandes interrogantes es el momento de su aparición, que da lugar quizás a que los enemigos del movimiento puedan sostener sería una ofensiva contra el candidato del PRI Enrique Peña Nieto. Sin embargo, lo cierto es que la crisis que la sociedad mexicana atravesaba merecía tener una expresión de descontento cabal (recuerdo haber preguntado a ciudadanos mexicanos sobre esta cierta permisión de la opacidad de la política local), y no es un hecho menor el que sin duda genera esta indignación: en una sociedad vulnerada por la ingobernabilidad de la narcocracia, un gobierno que ha profundizado la militarización del Estado en una guerra con un saldo de más de sesenta mil muertos, las alternativas del sistema electoral mexicano expresan un vacío representativo notable donde es imposible vislumbrar una ruptura de la dirigencia del esquema neoliberal instalado. Peña Nieto, gobernador del Estado de México entre 2005 y 2011, es un político referenciado con la gestión pública ordenada, transparente y eficaz; sin embargo, uno de los episodios más confusos y oscuros ha sido su responsabilidad política en la masacre del caso Atenco, una feroz redada policial con  detenciones arbitrarias, trato cruel, inhumano y/o degradante, allanamientos de morada, tortura, abuso sexual y violaciones a 26 mujeres, además de violación a los derechos de menores de edad. Las referencias del entonces gobernador, justificando aquella medida y asumiendo su responsabilidad en los hechos por “el uso de la fuerza pública para restablecer el orden” causaron un profundo descontento en los jóvenes.

La aparición de los estudiantes define claramente a Yosoy132 como un movimiento de las clases medias. Los interrogantes al respecto son grandes: ¿puede contemplarsele como una reacción de clase encabezada por profesionales ante las fallas de un mercado laboral que comienza a verse restringido o con una oferta laboral menos seductora de lo esperado (leáse “mileuristas” españoles)? ¿posee la potencia para una radicalización que pueda generar un cambio en las élites o, cuanto menos, un cambio en la mentalidad de las élites? ¿o es precisamente la represión de Atenco, contra el orden autoritario del neoliberalismo, el elemento movilizante de éstos jóvenes?
Una vez más y siguiendo el patrón de los movimientos de indignados, el estallido de las protestas se genera bajo una organización en forma de comunidad rizomática, que se extiende en asambleas de ciudad en ciudad, una manera concreta de revelar el amplio consenso que las demandas del movimiento social tienen en la sociedad mexicana.
México revela hoy la potencia de un sector de la sociedad civil quejoso de los condicionamientos del neoliberalismo, un orden arcaico frente a una América latina renaciente y pujante que se permite dar debates sobre soberanía y socialismo. Escribía Petras en 1996 los términos en que se expresaba el funcionamiento de ese plutocrático y abusivo nuevo orden mundial: 
«El nuevo autoritarismo es una versión diferente del viejo estilo de los regímenes represivos. En el pasado el autoritarismo era de origen militar y se oponía a las libertades individuales y a la competencia electoral. El nuevo régimen es un régimen híbrido que combina procesos electorales y libertades individuales con niveles de decisiones estructurales elitistas. Cuando se producen elecciones, no existen correspondencia entre las retóricas socialdemócratas o populistas desplegadas durante la campaña electoral y la acción gubernamental posterior que impone las severas medidas de austeridad neoliberales y las políticas de ajuste estructural. El uso deliberado de la desilusión política pone en entredicho el propio significado de “elecciones competitivas” capaces de darle al electorado, a través de su elección, la sensación de influir en el proceso político. Además el uso creciente de decretos presidenciales para implementar el programa neoliberal (privatizaciones, políticas de ajuste estructural, etc.) esta más cerca del estilo del antiguo autoritarismo que de las prácticas democráticas.» (Petras, James. América latina. De la globalización a la revolución, Homo Sapiens Ediciones, serie “Paradigmas y debates” dirigida por Alberto J. Pla, Rosario, 1996, traducción de Arturo Firpo (traducción de Imperialismo an Ong en América Latina) por Stephen Hasam, ISBN 950-808-259-3, pp. 39-40)

La aparición de este nuevo foco de tensiones en México es una nueva oportunidad para que la política recupere su vacío, ante la mera reducción de la democracia a la periódica utilización del instrumento electoral. Probablemente, sólo la movilización estatuyente pondrá a las claras los mecanismos democratizadores e incluyentes hoy ausentes, un vicio que socava de lleno la credibilidad sobre auténticas representaciones.






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