A propósito
del cercano episodio de la destitución del presidente de Paraguay Fernando Lugo
la licenciada en Ciencia Política y comunicadora del grupo Prisa, la
estadounidense Maria O´Donell, desliza el 25/6/2012 en su programa “La vuelta”el final de su editorial
“Algunas veces, el Poder
Ejecutivo avanza sobre los demás poderes y debilita la república, yendo hacia
una democracia plebiscitaria.
En este caso, fueron los otros dos poderes, el Judicial y el Legislativo, los que avasallaron al Ejecutivo, dañando a la dimensión democrática.”
En este caso, fueron los otros dos poderes, el Judicial y el Legislativo, los que avasallaron al Ejecutivo, dañando a la dimensión democrática.”
Se repite
aquí un artilugio discursivo clásico. Los argumentos de los comunicadores de
multimedios que pretenden mostrarse equidistantes suelen repetirse: rechazarían
un acto político de una fuerza x
contra una fuerza y, detallando extensamente
luego una serie de acciones de la fuerza
y que habría motivado el suceso último. De este modo, el superficial cuestionamiento
al grupo x tendría por finalidad
apelar a la superioridad moral e intelectual del grupo x a modo de instar a la mesura (generalmente, la resolución
por vías ilegítimas de los juegos de poder suele causar un gran impacto por
fuera del territorio al que pertenece, por lo cual se apela al pudor y al
restablecimiento de las relaciones de orden bajo la última correlación de
fuerzas).
Los debates
entre demócratas y republicanos tuvieron importante discusión en los Estados Unidos
de América, donde finalmente prevalecerían las ideas a favor de instituciones
rígidas, formales y abstractas. Los fundamentos de los republicanos Madison,
Hamilton y Jay se inspiraban en la búsqueda de instituciones imparciales que
limitaran las facciones y garantizaran el orden liberal, e incluso, un status
quo. No obstante la periodicidad, la efectividad, la responsabilidad y la
división de poderes son valores necesarios para evitar la arbitrariedad del
poder estatal y garantizar el bien público.
Pues bien,
cierto es que la mera decisión de la mayoría ha dado lugar a experiencias
notoriamente desagradables. Ante ello, es necesario educar y ceñir a aquella vox populi a un ideario auténticamente
democrático, en la aceptación de un conjunto de acuerdos básicos a partir de
los cuáles dar resolución pacífica a los conflictos. Paradójicamente, la
aplicación de medidas con fines redistributivos en las democracias
latinoamericanas (gravámenes arancelarios, aumento de rentas por explotación de
bienes, recuperación de la solvencia del Estado en la nacionalización y/o
estatización de los recursos estratégicos, regulación y repartición de la
propiedad de la tierra) ha tenido un fuerte impacto sobre los sectores
concentrados al ver reducido su dominio del mercado, frecuente origen de
conflicto. Omitiendo que el conflicto y las diferencias son esenciales a la
política, se califica a los gobiernos nacional-populares como “autoritarios” ya
que se obstinarían en eliminar toda posibilidad de diálogo para implementar
decisiones demagógicas que dividirían a los pueblos.
Cabe señalar
al respecto que en el vocabulario político de la Guerra Fría , se designaba como
“gobierno autoritario” a las dictaduras latinoamericanas pro-estadounidenses,
que se caracterizarían según, los teóricos liberales, por mantener las
libertades individuales bajo la suspensión de elecciones libres y con un férreo
ejercicio de violencia limitada contra grupos extremistas. Lo cierto es que la
“violencia limitada” implicó un sinnúmero de violaciones a los derechos humanos
con un excesivo costo de miles de muertos, grupos económicos y adictos al
régimen que engrosaron notoriamente su posición económica. Por el contrario,
los gobiernos nacional-populares que durante el siglo XX buscaron una armonía
de clases bajo una administración redistributiva fueron violentamente
derrocados, sucedidos por dictaduras de tipo burgués-militar que aplicaron
penas de prisión y persecución política a los militantes en derrota.
Llamar “autoritario” a cualquiera de los
regímenes nacional-populares actuales mueve, por tanto, a risa.
El mote de
“democracias plebiscitarias” empleado por O´Donell fortalece la idea de
gobiernos de demagogos que manipularían al pueblo para legitimar una
autocracia. Los aparentes deseos populares serían así propuestas arrojadas
desde un poder central y jerárquico para contener a un conjunto de masas
adictas, manteniendo una relación de dependencia y subordinación de la sociedad
frente al Estado. El correlato de esta interpretación es que el gobierno
popular sería un generador de divisiones en la sociedad al tiempo que se generaría
una fusión entre Gobierno y Estado.
Otro aspecto
que O´Donell no consideró es que si la representatividad del poder ejecutivo ha
crecido en Latinoamérica por sobre la totalidad de las instituciones estatales,
es llamativo que no indague los motivos que dieron lugar a tal situación. Allí,
la comunicadora política no asumió el compromiso de buscar una respuesta, y prefirió
aceptar el dogma conservador de la
“defensa de las instituciones”, negando así la condición de ser meros
dispositivos creados en función del interés público.
La idea
expresada por María O´Donell es un cliché discursivo permanente de los
comunicadores políticos tras el derrumbe de la credibilidad del pensamiento
neoliberal en la región. Los cuestionamientos principales a las recientes
redefiniciones del Estado estarían dirigidas obre una mayor radicalidad discursiva,
las formas, la anulación de contratos leoninos, la autonomía del Estado, etc.
Se trataría de considerar a los países en desarrollo como naciones en búsqueda
de su soberanía, cuya consolidación sólo estaría dada cuando se convirtiera en uno de los tantos países
hegemónicos. De este modo, las políticas soberanas de un Estado encuentran un
léxico denigratorio que avalaría una situación de Estado mínimo.
Las palabras
de O´Donell, que subestiman los deseos e
inteligencia de las clases populares latinoamericanas, son parte de una
retórica violenta y clasista, desesperada, que afortunadamente cuenta cada
vez con menos adeptos.
Y si, todos los buenos contra el populismo aluvional. No se si esta chica fue cayendo a través del tiempo por peso propio pero el cheque de Continental ha sido tentador y el precio, muy caro: la magdalenización.
ResponderEliminarLamento no haber conocido a la otra M. O´Donell, pero la definición es perfecta!
ResponderEliminarY SE OLVIDO DE ANALIZAR LAS VARIABLES QUE INCIDIERON EN EL GOLPE INSTITUCIONAL A LUGO , LA FALTA DE REPRESENTATIVIDAD DE LAS CLASES POPULARES EN EL LEGISLATIVO , MOTIVADA POR EL MANIPULEO DE LAS CORPORACIONES MEDIATICAS SOBRE LA POBLACION Y LOS INTERESES MEZQUINOS DE POLITICOS Y SOJEROS QUE DEBEN CONCIDIR YA QUE LOS POLITICOS UNA VEZ QUE AMASAN UNA PEQUEÑA FORTUNA QUIEREN SER TERRATENIENTES
ResponderEliminarESTA MARIA ODONELL ES PARTE DEL STAFF DE CONTINENTAL QUE ABREVA EN MAGDALENA Y EN BRAVO