sábado, 17 de marzo de 2012

Primer juicio a genocidas civiles en Argentina

El pasado viernes 16 de marzo,  en la aula magna de la Universidad del Centro de Tandil, el Tribunal Oral Federal condenó a los cinco acusados por el crimen del abogado laboralista Carlos Moreno durante la última dictadura militar.

El Tribunal Oral de Tandil, integrado por los jueces Roberto Falcone, Mario Portela y Néstor Parra emitieron un fallo por el que condenaron por privación de la libertad, tormentos agravados y homicidio al abogado laboralista Carlos Moreno. La peculiaridad del caso por vez es que por primera vez se enjuicia y condena a civiles implicados en delitos de lesa humanidad por la dictadura del 76-83.  Estos civiles serían los hermanos Emilio y Julio Méndez, que cedieron su chacra como centro clandestino de detención.

Carlos Alberto Moreno era abogado laboralista de Olavarría y a partir de asumir el compromiso de su trabajo como abogado y militante le ganó varios juicios a la empresa Loma Negra por la salud de los trabajadores. El 19 de abril del ’77 lo secuestraron, lo torturaron y asesinaron.

Se destaca también la extensión de los implicados que surgen a partir del proceso de investigación. En primer lugar, aparecerían directamente implicados quienes se desempeñaban en las viciadas instituciones de gobierno de entonces, el ministro de Gobierno Jaime Smart por la difusión de un comunicado falso del Primer Cuerpo del Ejército que presentó el homicidio como producto de un enfrentamiento y también ordenaron abrir causas a los integrantes de la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires. Además, el tribunal ordenó impulsar una investigación sobre el directorio de la cementera Loma Negra, entonces presidido por la recientemente fallecida Amelia Lacroze de Fortabat por la sospecha de haber sido un partícipe intelectual.

Los cronistas señalan que el discurso de los jueces se fundó en considerar al período del gobierno golpista del 76-83 como “dictadura cívico-militar”, concepto instalado en la sociedad muy recientemente por la interpretación que el gobierno argentino de ha hecho de este proceso histórico. Lo cierto es que previamente a la apertura de los juicios a los genocidas -en el imaginario de los argentinos más analíticos- siempre estuvo presente la idea de que la eliminación sistemática de vidas humanas estuvo ligada a un proyecto político-capitalista dirigido por una élite plutocrática dispuesta a limitar la capacidad de movilización social, reprimarizar y trasnacionalizar la economía, endeudar la Argentina al capital financiero, pauperizar la sociedad civil, eliminar los liderazgos populares y restringir a un mínimo la esfera de derechos. Afortunadamente, en señal de un cambio de los tiempos la fortísima sospecha de la complicidad entre mercado y represión se transforma cada vez más en una verdad inobjetable que reclama volverse verdad jurídica.



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