viernes, 13 de enero de 2012

Plataforma 2012, entre la politización crítica y el antikirchnerismo vulgar


Pocos elementos pueden ser tan enriquecedores para una sociedad que se presuma democrática que la irrestricta difusión de ideas –o simplemente, opiniones- que expresen la diversidad existente. Esa condición prevé las posibilidades de una dialéctica discursiva que dé paso a una irrupción de juicios que cuestionen la veracidad o falsedad de las apariencias. La observación de los intelectuales sobre la política suele constituir un acercamiento conflictivo, dada la confrontación entre el rol pasivo del observador que es guiado por el mundo perfecto-estático de las ideas cuando el ámbito político es imperfecto-dinámico, motivo frecuente de repulsión o de posicionamientos antisistema. En tales casos, la pérdida de credibilidad sobre los representantes del pueblo elabora una conversión escéptica que imposibilita desde la negación una propuesta superadora.

Pero si al intelectual corresponde la descripción rigurosa de los fenómenos que acontecen, es deber del político la intervención sobre la realidad para sostenimiento de un proyecto de sociedad. Pues bien, esa intervención no es absoluta: el desempeño de su función, a pesar de estar normado legalmente, presente enormes vacíos que conforman un movimiento anárquico de anhelos colectivos y egoísmos personales, para bienestar general o para capricho de lobbies. Avanzar en política es un ejercicio paciente producto de una correlación de fuerzas, y no un capricho generoso en papel y tinta; esto implica: alianzas con dirigentes poco potables pero elegidos en sus territorios, negociación con empresas inescrupulosas bajo pena de despidos masivos, investigación científica con entidades internacionales por indisponibilidad de recursos materiales e intelectuales, dependencia del desarrollo de una limitada cantidad de bienes para la exportación, etcétera. Se trata de describir un ejercicio sincero del poder, donde la elección ciudadana tiene un valor relativo sino es capaz de movilizarse en gran escala para forzar cambios políticos y en que existen condicionamientos de coyuntura que limitan el contenido ideológico de un mandato.

Plataforma para la Recuperación del Pensamiento Crítico (más conocida como Plataforma 2012) parecería ignorar todos los argumentos anteriormente señalados, y asimismo señala tácitamente una actitud servil de los intelectuales nucleados en Carta Abierta. Se trata de un grupo de interés integrado por personalidades del ámbito intelectual reunidas para condenar los aspectos pendientes del kirchnerismo (control estatales obre los recursos naturales, fin de la explotación contaminante, purga de funcionarios nacidos al calor de la escuela neoliberal, etc.) bajo la certeza de que el gobierno nacional estaría construyendo la imposición de un relato único bajo la omnipotencia brindada por el aparato estatal. Partícipes necesarios de este fraude serían los miembros de Carta Abierta, que habrían renunciado a la búsqueda del bien y la verdad pública para convertirse en obsecuentes laboriosos de la construcción de un relato. ¿Cuáles son las acusaciones concretas contra el kirchnerismo? Un  “afán disciplinador del discurso hegemónico” combinado a un gobierno nacional “que ejerce el centralismo unitario y decide de hecho los presupuestos provinciales, el que resuelve candidaturas, impone ministros y se abraza con los gobernadores casi al mismo tiempo de ocurridos los hechos”. (1)

La idea anterior queda desmentida en la actitud que han mantenido hasta el momento tanto Carta Abierta como la fuerza política Nuevo Encuentro, espacios que se han permitido el ejercicio intelectual de distinguir kirchnerismo (adhesión al gobierno nacional por el conjunto de medidas progresistas llevadas adelante por Néstor Kirchner) del Frente para la Victoria, ambiguo instrumento electoral nacido del Partido Justicialista, una entidad política lo suficientemente poderosa e inexplicable como para cargar con prácticas excelentes y aborrecibles de la tradición política argentina, con suficiente aparato para el condicionamiento de la política nacional. Cierto es que el peso de estas dos instituciones es limitado, ya que el electorado es aún renuente a optar por comunicadores y representantes del centroizquierda. La apuesta por profundizar el modelo del kirchnerismo progresista, de correr las fronteras de lo posible, exhibe precisamente esa falta de conformidad con el presente, para lo cual cabe ser pensada una ciudadanía consciente, organizada y movilizada a modo de hacer posible las demandas que lleven a una mayor distribución de la riqueza y exigencias de control a los distintos niveles del Estado.

El debate parecería centrarse en torno a la relación entre ética intelectual y gobernabilidad, entre el deber ser y el poder hacer, ante lo cual se conceptualiza que el poder político tiene capacidad de actuar absolutamente, sin restricciones ni limitaciones.

Lo malo en sí mismo no es en si mismo el reclamo, sincero, (gobernadores sospechados de las peores prácticas, explotación contaminante de los recursos naturales, represión de la protesta social, vulnerabilidad de los sectores más desfavorecidos, etc.) el cual es casi imposible de no aceptar como propio, sino las contradicciones inherentes al interior del grupo, donde puede convivir un posicionamiento horrorizado de las movilizaciones masivas (Beatriz Sarlo) con un constitucionalista crítico defensor de la protesta social (Roberto Gargarella). Es en esta “gran juntada por el rechazo” que los intelectuales de Plataforma 2012 pierden la pureza proclamada al permitirse la conformación de un grupo de opinión con fines diversos –cuando no antagónicos- que obstruye las posibilidades de conformar una usina consistente para ofrecer una alternativa diferente al kirchnerismo.

Otro aspecto sospechoso de Plataforma 2012 es la contemplación piadosa respecto de la Oposición, dotada de mayoría parlamentaria de 2009 a 2011 y poco dada a la realización de cambios demandados por izquierda (fin de la sojización, estatización de los recursos naturales, aislamiento político de la dirigencia conservadora, drenaje de menemistas y duhaldistas de origen, etc.). A pesar de las bajas y de las rectificaciones., Plataforma 2012 ha definido a través de sus documentos al kirchnerismo como un gobierno con pretensiones de hegemonía, control social y silencioso ante las represiones contra la protesta social. Denunciando a Carta Abierta como “intelectuales órganicos”, resulta inevitable asociarlos a la Oposición ya que sobre ella no recae un juicio condenatorio, siendo también parte responsable de las decisiones públicas ejecutadas. Es entonces que surge la pregunta inevitable: ¿Por qué centralizar y continuar avalando el “relato” denunciado bajo la centralidad del oficialismo como estructura decisoria e inalterable de poder si es a partir de allí que se retroalimenta su protagonismo?

A modo de conclusión, es justo considerar que la presencia del mundo de las ideas siempre es auspiciosa para reglar un área anárquica, provista de inmensos vacíos. Frente a una oposición que elige definirse con expresiones de rechazo, quizás Plataforma 2012 pueda servir de elemento aglutinante para la generación de ideas movilizadotas. Para ello, deberán esbozar un discurso que delimite sin contemplaciones el camino recorrido por las fuerzas de la oposición (por ejemplo, y -participando del mismo repudio por razones diversas- : ¿no es ridículo que bajo el antikirchnerismo se condene a gobernadores del Norte sin interrogarse porque la oposición no ha logrado vencer allí?), construir un sujeto político denigrado (por Pino Solanas, como “ignorante”; por Ernesto Sanz, como “vicioso”; por Ricardo Alfonsín: “por haragán”) (2) y pueda darle una congruencia en un discurso propositivo. La situación actual del grupo, no obstante, reproduce el contubernio electoral de 2011, suerte de manotazo de ahogado bajo la desesperación de lo incomprensible.

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(2) Interpretación basada en la propuesta de Ricardo Alfonsín de luchar por “la cultura del trabajo”,  en la afirmación de Fernando “Pino” Solanas respecto de que "Las provincias más pobres no se caracterizan por la calidad del voto” y en la posición de Ernesto Sanz de que la Asignación Universal por Hijo aumentó “el juego y la droga”.

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